Bienvenidos a Catarsis Literaria y algo más Este es un espacio abierto a todos los estudiantes de la E.E.S.T N°1, para que a través de la escritura expresen sus opiniones, sentimientos y su talento literario.

Una temporada en el Infierno

"Antaño, si recuerdo bien, mi vida era un festín en el que se abrían todos los corazones, en el que todos  los vinos hacían torrentes.
Una noche, senté a la Belleza sobre mis rodillas. -Y la encontré acerba.- Y la injurié.
Me armé contra la justicia.
Y escapé. ¡Oh hechiceras, oh miseria, oh aversión, es a ustedes solamente que confié mi tesoro!
Logré diluir en mi espíritu toda esperanza humana. Sobre todo júbilo, para estrangularlo, hice el salto cauteloso de la bestia feroz.
Llamé a los verdugos para morder la culata de sus fusiles mientras perecía. Llamé a los flagelos para ahogar con arena, la sangre. La desgracia fue mi dios. Me revolqué en el barro. Me sequé con el aire del crimen. Aposté con la locura.
Y la primavera me brindó la risa repugnante del idiota.
Pero, cuando estaba casi por decir adiós, resolví buscar la llave que me abriera las puertas del festín antiguo, donde quizá recuperaría el apetito.
La caridad es esa llave.-¡Esa afirmación comprueba que estuve en un sueño!
"Permanecerás como una hiena, etc..." exclama el demonio que me corona con duermevelas tan amables. "Consigue la muerte con todos sus apetitos, y tu egoísmo y todos los pecados capitales."
¡Ah! He tenido demasiado:- Pero, querido Satán, se lo suplico, ¡tenga la pupila menos irritada! Y esperando esas vilezas  que se retrasan, para usted que ama en el escritor la ausencia de facultades descriptivas o instructivas, le arranco algunas hojas ominosas de mi carné de condenado."
Arthur Rimbaud 

Jean Nicolas Arthur Rimbaud (Charleville20 de octubre de 1854 – Marsella10 de noviembre de 1891) fue uno de los más grandes poetas franceses, adscrito unas veces al movimiento simbolista, junto a Mallarmé, y otras al decadentista, junto a Verlaine. Escribió sus primeros versos cuando apenas contaba con quince años y dejó para siempre la literatura a la prematura edad de veinte. Para él, el poeta debía de hacerse «vidente» por medio de un «largo, inmenso y racional desarreglo de todos los sentidos».


   

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