La Cuerda
Me encontraba en mi oficina leyendo el diario mientras tomaba mi café de todas las mañanas. Miraba la pared mientras observaba los recortes que había enmarcado. ¡Qué buenos momentos!.
Allí, en esos recuadros, se encontraba reflejada toda mi carrera, por la cual había recibido una conmemoración al mejor detective de la ciudad. Aunque, debo decir, que ya hacía mucho tiempo que no resolvía un caso.
De pronto golpearon a la puerta de mi oficina.
-¿Oficina del señor Rubén Gutiérrez?
-Sí, adelante.
Entró una chica joven, bastante bonita y algo alta. En su mirada se notaba una inmensa angustia. Se acercó a mi escritorio y le dije que tomara asiento.
-Buenas tardes.
-Hola, me llamo Agustina Navarro, soy modelo y quería informarle sobre un secuestro que sucedió ayer a la noche en el salón de eventos de la calle San Martín. Estábamos en un desfile de moda exhibiendo la nueva línea de ropa de la marca"Beautiful Style". Una amiga estaba llegando al final de la pasarela, cuando de pronto se cortó la luz por un instante, y se oyó un grito. Cuando se encendió la luz de emergencia, ella había desaparecido.
-¿Entonces así, nada más? ¿No viste a nadie que pudiera haberlo hecho?
-No señor, a nadie.
-¿La víctima tenía algún enemigo?
-No, la verdad es que somos grandes amigas y si hubiese tenido alguno, me lo hubiera dicho.
- Las demás modelos, ¿la envidiaban?
-No, nosotras somos muy unidas, nada de rencor o algo parecido. Lo más extraño es que había un montón de gente en el lugar y nadie se percató de lo que estaba ocurriendo frente a nuestros ojos.
-¿Y la policía qué dice?
-Nada, la verdad es que están muy desorientados, por eso recurro a usted.
- Está bien, mañana iré al salón de eventos para investigar.
Ella se despidió y se marchó.
Al día siguiente me preparé y fui hacia el lugar. Cuando entré me di cuenta de que era un lugar muy amplio, con un techo alto y una claraboya bastante extensa. Encontré a una señora que limpiaba el lugar y le pregunté si sabía algo de lo ocurrido hacía dos noches. Me contestó que no tenía idea de lo ocurrido porque esa noche ella no había trabajado ya que era su día de franco. Decidí investigar en el camarín de la víctima. Al entrar, encontré su tocador que contenía algunos maquillajes y una orquídea, que posiblemente, hubiese sido un obsequio de algún admirador.
Regresé a la pasarela y me di cuenta de que en el borde del tragaluz había algo que colgaba. Decidí subir al techo y me di cuenta de que era un trozo de cuerda. Además me fijé y me di cuenta que el cable de la luz estaba cortado. Recogí el trozo de soga y lo guardé en una bolsa.
De regreso a mi oficina, inspeccioné el trozo de cuerda con mi lupa. Inmediatamente descubrí un logotipo bastante particular. Investigué y me di cuenta de que era de una marca de elementos de montañismo. Entonces, fui a la casa de deportes más reconocida de la ciudad y le pregunté a uno de sus empleados quién podría haber comprado esa soga y rápidamente me dieron el nombre y la dirección de un sujeto, un tal Alejandro Muñoz, un cliente asiduo del lugar.
No vivía muy lejos de allí. Toqué timbre y me abrieron la puerta.
-Hola, ¿se encuentra el señor Muñoz?
-Sí, soy yo.
-Soy el detective Rubén Gutiérrez y estoy realizando una investigación acerca de un secuestro.
-¿Un secuestro?-preguntó algo incómodo- y ¿por qué viene a mi casa?
Para hacerle unas preguntas.
Mientras conversábamos miré la pared que estaba llena de fotos de una chica. Pero finalmente confirmé que él era el secuestrador cuando vi sobre un mueble una orquídea igual a la que había en el camarín de la modelo.
Cuando menos se lo esperaba, lo atrapé y lo esposé. Luego empecé a buscar a la modelo que estaba atada de manos y con la boca vendada en una habitación. Llamé a la policía para que viniera a buscarlo. Cuando llegaron, los oficiales me preguntaron cómo me había dado cuenta de que él era el secuestrador. Entonces les dije:
- Simple, primero porque el salón de eventos estaba lleno de gente y por lo tanto el secuestrador no podía raptar a la mujer desde el suelo, ya que había demasiada gente. Entonces, encontré la cuerda que había usado para bajar por la claraboya cuando la luz estuvo cortada y salir del lugar sin que nadie lo notara. Descubrí la marca y el lugar donde había comprado la soga y me dijeron quién lo había hecho. Por otro lado, en el camarín de la chica había una orquídea, la cual supuse se la había entregado un admirador y en la casa de Muñoz, había una igual y también fotos de la modelo secuestrada. Lo cual explica también la causa del secuestro: él quería el amor de la mujer.
-Sorprendente, me asombra su forma de razonamiento, no cabe duda de por qué usted es considerado el mejor detective de la ciudad- dijo el oficial .
El caso llegó hasta los diarios, cuyos recortes, Gutiérrez miraba en la pared de su oficina tomando su rutinaria taza de café matutina.
Facundo Méndez- 2° C
Cuento policial
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