Un tour por los lugares más misteriosos de la ciudad
El departamente de Yiya Murano, el fantasma de Felicitas Guerrero, el barrio del Petiso Orejudo son algunas de las paradas de un recorrido que recuerda crímenes famosos o apariciones de fantasmas
La gente entra y sale del cine Gaumont, sobre la avenida Rivadavia, frente a la Plaza de los dos Congresos. Es viernes a la noche, llueve, una nube espesa cae sobre Buenos Aires. En la vereda, vestida con remera, saco, pantalón y zapatos negros, espera Alejanda Parets, la guía de un tour misterioso que recorrerá, durante dos horas y media, lugares de la ciudad donde ocurrieron crímenes famosos o leyendas de apariciones fantasmales.
Un recorrido por barrios de Balvanera, Monserrat, San Telmo, La Boca, Barracas, Parque Patricios y San Cristóbal, que forman parte del paseo nocturno "Buenos Aires Misteriosa" que también incluye una visita guiada por el cementerio de la Recoleta.
"Les vamos a hablar de fantasmas, leyendas de hombres y mujeres que llegaron a un punto del que ya no se vuelve. Una Buenos Aires misteriosa, de miedo", relata Alejandra con voz tenebrosa, mientras catorce personas suben a la combi oscura, donde sólo penetran pequeños rayos de luz.
La primera parada es en México 1777, donde en el sexto piso y en el departamento 21 vivía María de las Mercedes Bolla Aponte de Murano, más conocida como Yiya Murano, o la envenenadora de Monserrat. "Aquí estaba la cocina de la muerte", se escucha por los parlantes en medio de la historia criminal que ocurrió en 1979. El hecho es recordado porque murieron envenenadas tres mujeres, Nilda, Chicha y Zulema, amigas de Yiya, que las invitó a tomar el té con galletitas con cianuro. "Ella se sentía para grandes cosas, por eso ocurrió todo, por un problema de dinero entre ellas", explica Alejandra mientras el tour pasa por los empedrados de San Telmo rumbo a la Plaza Dorrego.
El fantasma excitado
Antes de escuchar la leyenda del fantasma excitado, el grupo se detiene frente al edificio donde funcionaba el Servicio Penitenciario Federal "Antonio Ballve", ubicado en Humberto Primo entre Balcarce y Bolívar. Allí estuvo presa Clorinda Sarracán, una mujer que confesó haber asesinado a su marido en 1856 y estuvo a punto de ser condenada a la pena de muerte. Pero por campaña de Mariquita Sánchez de Thompson, quien juntó miles de firmas, fue liberada. Desde ese caso nunca más una mujer recibió esa sentencia.
El suelo está húmedo y en las mesas de la plaza, de los bares de la manzana, están vacías. Poca gente recorre las calles y el tour avanza en soledad. ¿Por allí andará el fantasma de Antonio Torres de Pineda? Algunos piensan que sí y se ríen, luego de conocer su historia. Enamorado de una joven india de 15 años, cuenta la leyenda de erotismo y sexualidad, perdió la razón cuando la encontró en una cama, desnuda, junto a cuatro caciques a los que mandó a colgar en la Plaza de Mayo. Torres de Pineda estaba bajo las órdenes de Juan de Garay y tenía la autoridad para hacerlo. Como venganza, la india maldijo su alma y desde ese momento el fantasma excitado sobrevuela las calles de San Telmo.
La luz se apaga de nuevo dentro de la combi y la voz de la narradora se enciende para explicar el origen del cianuro y mostrar fotos de Yiya. "Con los carozos de fruta podés hacer cianuro", aporta un pasajero. "¿De qué murió Antonio?", pregunta otro.
En Parque Lezama se ve, entre penumbras, y el monumento de Pedro de Mendoza iluminado. Se pasean perros, hay olor a resumidero, varias personas cruzan el parque a oscuras y aparecen entre las sombras. "La gente dice que el fantasma de Juan de Osorio, uno de los lugartenientes de Mendoza, aparece en el parque porque murió de una forma injusta", dice brevemente Alejandra.
El tour llega al castillo de la esquina de Villafañe y Brown, dominado por pequeños duendes y avanza hacia la cancha de Boca. Allí se conocen las historias de apariciones del utilero Tarija Gutiérrez, una chica vestida de blanco, un hombre en la tribuna y un niño en pantalones cortos. "Dicen que son fantasmas de personas que tienen las cenizas en la cancha o en los alrededores. Son fantasmas buenos".
Las rejas del amor
La iglesia Santa Felicitas, en Barracas, construida en honor a Felicitas Guerrero, es la próxima parada. En pocas palabras, la historia de esta adolescente del siglo 19 estuvo marcada por la tragedia: se casó por obligación con Martín de Alzaga, dos de sus hijos murieron, heredó una fortuna, se enamoró de un campesino y fue asesinada por Enrique Ocampo, quien luego se suicidó, porque su amor no era correspondido.
La historia actual es lo más interesante. Se cree que quien toca las rejas que protegen la Iglesia encuentra el amor de su vida o no lo pierde si ya lo tiene al lado. Por eso faltan varios partes de hierro y hay extremos doblados por personas que quisieron llevarse consigo algún trozo. ¿Para asegurarse el amor eterno?
Cada 30 de enero, en el aniversario de la muerte de Felicitas, las rejas se llenan de pañuelos rojos y blanco, señales de promesas de amor. La leyenda habla de un fantasma que aparece esa noche y si al otro día los pañuelos están mojados, significa que se habrá secado las lágrimas y el deseo se cumplirá.
"Hubo un chico, de estatura baja y orejas apantalladas, que fue protagonista de una de las historias más oscuras de Buenos Aires", describe Alejandra para introducir a los pasajeros en el caso del Petizo Orejudo. Llegando al final del tour le siguen la del descuartizador Jorge Burgos que mató a Alcira Metigue y distribuyó las partes de su cuerpo por varios rincones de Buenos Aires, y la de Emilia Basil que asesinó a José Petriella y luego cocinó su cuerpo en las ollas del restaurante familiar de Pasco y Garay, en San Cristóbal.